Tal como enfatiza el doctor Don Wang, investigador de la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard en Boston, Estados Unidos, quien dirigió un estudio entre 126,233 adultos durante 32 años sobre la relación entre los distintos tipos de grasas en la alimentación y la mortalidad -tanto general como específicamente asociada a las enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas, respiratorias y oncológicas – divulgado en el año 2016, “en el último par de años se ha generado una gran confusión entre el público general y en la comunidad biomédica en torno a los efectos sobre la salud de los tipos de grasas en la dieta”.
Esa amplia investigación constató los importantes beneficios asociados al consumo de las grasas insaturadas, sobre todo cuando se emplean en sustitución de las grasas saturadas y de las grasas trans.
En reflejo de la observación del investigador Wang, Dyanna Chacón, nutricionista, chef y deportista venezolana que usa y recomienda el aceite de coco ( grasa muy saturada, señalamos recientemente), nos remitió información en su defensa. Agradeciendo fraternalmente su aporte, la reproducimos a continuación, en honor a la pluralidad y el libre debate de las ideas.
“En un estudio realizado por The American Society for Clinical Nutrition, Inc en poblaciones del Archipiélago de Tokelau y la isla Kitava, cuyas ingestas de grasa saturada proveniente del coco llegaban al 60 y 71% respectivamente, encontraron que las enfermedades cardiovasculares eran casi inexistentes hasta que empezaron a sustituir el coco por azúcar y harinas.
Otro estudio realizado en Department of Nutrition, Chinese PLA General Hospital, Beijing, China, concluyó que el aceite de coco virgen mejora el perfil lipídico y es bueno para el corazón ya que reduce los triglicéridos y el colesterol total a la vez que aumenta el HDL en humanos y animales.
El Department of Neurology of the Hospital for Sick Children, Toronto, Ontario, Canada, publicó en 2008 un estudio donde identifican los triglicéridos de cadena media, un tipo de grasa casi exclusivo del aceite coco, que favorece el aporte energético al organismo pues pasa directamente del intestino al hígado, saltándose el sistema linfático. Se utiliza rápidamente como energía, lo cual la hace beneficiosa para dietas bajas en carbohidratos.
Múltiples ensayos clínicos demuestran los beneficios del aceite de coco: Aumenta el gasto energético y la saciedad además de suprimir el apetito; protege la musculatura en dietas hipocalóricas.
Los triglicéridos de cadena media son el combustible favorito del cerebro y tienen un papel terapéutico en personas con síntomas de Alzheimer.
Tiene un punto de humeo relativamente alto, unos 180°C el aceite de coco virgen y 230°C el refinado, lo que lo hace bueno para cocinar.
El ácido laúrico, predominante en el aceite de coco es muy efectivo para acabar con patógenos.