El cilantro es de extremos: lo amas o lo aborreces. Te obliga a tomar partido y no te permite mostrar indiferencia. Por lo tanto, si os sabe a jabón cada vez que os lo encontráis en un plato, no le echéis la culpa a los restos de lavavajillas, pues es posible que llevéis inscrita en vuestra genética esa aversión insuperable. De hecho, la ciencia, intrigada por esta reacción en los comensales, indagó en el asunto. Su curiosidad pronto quedó saciada. En concreto, ese desagradable y nauseabundo sabor que algunos aseguran percibir cada vez que el cilantro se cruza en su camino tiene una explicación genética.
Una explicación científica a su mal sabor
La respuesta a esa repulsión nos la otorga el gen OR6A2, que detecta el sabor de los aldehídos, un compuesto orgánico presente en la hoja del cilantro pero también en los jabones y perfumes, según explican en SciShow en un vídeo ilustrativo sobre el tema. Definitivamente, parece que si lo tenéis, no hay nada que hacer y vuestra relación con el cilantro está abocada al fracaso. Las estimaciones indican que entre el 4% y el 14% de la población presenta esta configuración, pero ¿y los demás? Hay muchas más personas cuyos paladares detestan el cilantro, por lo tanto, ¿qué excusa tienen para aborrecer su sabor? Quizás ninguna en cuanto lean todo lo que tenemos que contar acerca de él.
Razones para adorar el cilantro
Este rechazo es una verdadera lástima, pues el cilantro es todo un partido para nuestra salud. Lo cierto es que este alimento emparentado con el perejil, que también cosecha fans y detractores a partes iguales, goza de gran tradición en la cocina de América Latina, India y China. Así, los orígenes de esta planta, que ya se menciona en la Biblia, los hallamos en el Mediterráneo oriental (Grecia) y en Oriente Medio.
El cilantro, desde un punto de vista nutricional, nos aporta vitaminas C, K y A. Además, es una fuente de minerales como el manganeso, el potasio, el cobre, el hierro y el calcio, aunque no en cantidades muy importantes. Pero, sin duda alguna, muchos considerarán seriamente poner a prueba sus papilas gustativas e iniciar una relación con el cilantro -aunque sea tormentosa- cuando sepan que es un poderoso aliado anticolesterol. Esto es posible gracias a todo este plantel de beneficiosos ácidos: linoleico, oleico, palmítico y esteárico. Y, de paso, también eleva el colesterol bueno.
Por supuesto, otras razones de peso pueden convencernos pues, según un estudio de la Universidad Autónoma de Guadalajara (México) y la Universidad de Berkeley (California), esta planta tiene efectos antibióticos para romper la membrana de la bacteria de la salmonelosis y debilitarla hasta su destrucción. También nos sorprende con un insospechado poder bactericida. Así, los investigadores hallaron que al aplicar zumo de cilantro en las heridas, uno de sus compuestos ataca la membrana celular de las bacterias. Esta circunstancia interrumpe los procesos esenciales de la bacteria y provoca su muerte.
A estas virtudes se le añaden, además, beneficios antiinflamatorios que pueden ayudarnos a contrarrestar la inflamación en las articulaciones e incluso combatir la artritis reumatoide, según evidenció un estudio efectuado en la India por el Institute of Medical Sciences, tras administrar un extracto de semillas de cilantro, rico en fitonutrientes y antioxidantes, a pacientes con artritis.
¿Efecto quelante?
Pero el cilantro está adquiriendo mayor fama entre ciertos círculos de la medicina alternativa por su efecto quelante. De hecho, si husmeamos en el origen etimológico de la palabra, veremos que proviene del vocablo griego ‘khele’, que significa pinza de cangrejo. Y así es exactamente como actúa, como una pinza que atrapa los metales pesados presentes en nuestro cuerpo, como el mercurio o el aluminio, y que podemos desprender a través de la orina.
El cilantro podría ayudarnos a reducir el colesterol gracias a ácidos como el linoleico, el oleico y el palmítico
En concreto, las investigaciones realizadas por el doctor Yoshiaki Omura nos pusieron sobre la pista de esta característica depurativa del cilantro. En concreto, este experto, mientras desempeñaba en 1995 el cargo de director de la Fundación de Investigación de Enfermedades del Corazón en Nueva York, advirtió que una sopa vietnamita con abundancia de cilantro elevaba los niveles de mercurio en la orina de los pacientes. Un año después, lo comprobó clínicamente: el cilantro ayudaba a eliminar este metal pesado del cuerpo.
Debemos tener presente que la terapia de quelación fue un método descubierto por el médico suizo Alfred Werner. El hallazgo, además, lo catapultó hacia el premio Nobel. Para su puesta en práctica se inyectaban agentes por vía intravenosa como el EDTA. Esta sustancia lograba eliminar metales tan peligrosos como el plomo de personas que durante la guerra se habían visto expuestas a estos tóxicos y presentaban graves dolencias por ello. El cilantro, sin embargo, parece que es una de las pocas sustancias naturales que podría ejercer ese mismo efecto desintoxicante.
En definitiva, si se nos rompe una bombilla de bajo consumo en casa e inhalamos mercurio de forma accidental, quizás haríamos bien en prepararnos una sabrosa ensalada entre cuyos ingredientes brillen unas hojas del providencial cilantro.