Una pareja estadounidense divorciada, se vuelve a casar luego de que ambos entregaran sus vidas a Jesús, compartiendo también el poder del diezmo y la importancia de dar a Dios lo que le corresponde.
Aunque muy jóvenes, Randall y Chenel Stewart se casaron cuando tenían solo 18 y 17 años, respectivamente.
Rápidamente, Chenel quedó embarazada, pero a pesar de los pronósticos, ambos se sintieron a gusto con la noticia y se proyectaron un futuro positivo para su familia, tomando en cuenta que ahora esperaban a un bebé.
Sin embargo, todas sus expectativas y planes se vinieron abajo en menos de lo esperado, cuando las heridas del pasado empezaron a afectar la relación.
Esto hizo que la pareja empezara a tener problemas de comunicación, donde en ocasiones, las discusiones terminaban en maltrato físico. Al tiempo, la pareja tomó la decisión de separarse.
No fue hasta 1993 que ambos solicitaron el divorcio, quedando Chenel como una de las más afectadas, pues luchaba para ganarse la vida ya que apenas podía pagar sus gastos y facturas, puesto que laboraba en un salón que pocas veces tenía clientes.
Pero todo cambió para ella cuando un colaborador cristiano la invitó a ir a la iglesia, donde un mes después de acudir constantemente, le entregó su vida a Cristo. Con el tiempo se unió a los estudios bíblicos que la congregación impartía y empezó a diezmar fielmente.
Eventualmente, el negocio de Chenel comenzó a crecer y más clientes empezaron a frecuentar el salón; mientras esto ocurría, se mantuvo en contacto con su ex-esposo.
Randall se percató de lo que estaba ocurriendo en la vida de su ex-pareja gracias a su obediencia a Dios, por lo que asombrado empezó a asistir a la iglesia también.
Luego de que ambos entregaran sus vidas a Jesús, la pareja, que duró varios años divorciada, volvió a casarse.
Ambos empezaron a ver cómo el Señor poco a poco restauraba su matrimonio, mientras que Randall comenzó a diezmar al igual que su esposa; lo que los llevó a recibir grandes bendiciones como una casa nueva.
En la actualidad, la pareja vive unida y feliz, compartiendo su testimonio y motivando a otros a dar con fe y sin escatimar.
«Es un honor obedecer a Cristo en mi ofrenda. Me encanta y no se trata solo de las cosas materiales, sino que es un honor dar y obedecer, y servir a Cristo incluso en mi ofrenda», comentó Chenel sobre todo lo que Dios le ha permitido experimentar.