El esfuerzo del presidente Joe Biden para que se apruebe un paquete de rescate de 1,9 billones de dólares le crea un dilema, entre su instinto de buscar un acuerdo bipartidista y el deseo de cumplir sus promesas en medio de una crisis apremiante.
Su buena fe bipartidista ha sido una característica que define su carrera política, primero como negociador en el Senado, luego como negociador legislativo siendo vicepresidente en el gobierno de Barack Obama y finalmente durante la campaña de 2020 que lo llevó a la presidencia.
Pero la magnitud de las múltiples crisis que enfrenta la nación, junto con las lecciones que aprendieron los demócratas durante cuatro años de obstrucción republicana durante la presidencia de Obama parecen inclinar la balanza de Biden hacia la rápida aprobación del paquete de ayuda aún sin los republicanos.
“He dicho tanto a los republicanos como a los demócratas cuál es mi preferencia: trabajar juntos. Pero si debo elegir entre llevar ayuda inmediata a los estadounidenses que están sufriendo tanto o quedar empantanado en largas negociaciones o hacer concesiones en un proyecto a la altura de la crisis, la elección es fácil”, dijo Biden el viernes. “Ayudaré a los estadounidenses que están sufriendo ahora”.
Hasta ahora, el gobierno ha avanzado en dos vías paralelas.
Una de ellas fue una muestra pública de cruzar la brecha política, con retórica bipartidista y una invitación a los senadores republicanos a la Casa Blanca. Su respuesta fue proponer un paquete con 1 billón de dólares menos de lo que quería Biden.
Al mismo tiempo, Biden insiste en la necesidad de un paquete de ayuda a la altura de lo que requiere la mortífera pandemia. El gobierno ha exhortado a los demócratas a prepararse para cortarse solos, preparar un plan que combina fondos para enfrentar el virus y las vacunas con dinero para realizar una agenda progresista que incluye un aumento del salario mínimo federal.
Tampoco se puede excluir una tercera opción: que al menos uno o dos republicanos apoyen el paquete grande, lo que le daría un barniz de bipartidismo. Pero lo más probable es que la Casa Blanca deba elegir entre los dos extremos.
Esto podría enviar una clara señal sobre las prioridades de Biden y sentar un patrón para navegar en lo sucesivo un Washington profundamente polarizado.