Seguramente has escuchado alguna vez que la mayor parte de tu cuerpo es agua.
En efecto, estamos hechos por cerca de un 60% de agua: tres cuartos de nuestro cerebro y nuestro corazón, el 83% de nuestros pulmones y el 31% de nuestros huesos son agua.
Pero no toda esa agua permanece en nuestro cuerpo.
Mucha desaparece a través de la orina, el sudor e incluso cuando respiramos.
Por eso, beber suficiente agua cada día es, sin lugar a dudas, una cuestión fundamental.
Pero, ¿qué sucede en nuestro interior cuando no lo hacemos?
El «centro de la sed»
«El agua, como solvente universal, aporta nutrientes y hormonas al cuerpo, regula la temperatura corporal, y lubrica nuestros ojos y articulaciones», explican Mitchell Moffit y Greggory Brown, de AsapScience.
Sin agua, perdemos energía, nuestra piel se seca y hasta nos ponemos de mal humor.
Y como explica la educadora Mia Nacamulli en una nueva animación para TED-Ed, cuando tu cuerpo se deshidrata, los receptores sensoriales (terminaciones nerviosas) del hipotálamo del cebrebro —que se encuentran en lo que los científicos llaman el «centro de la sed» (OCPTL)— envían señales para la liberación de una hormona antidiurética.
Esta hormona llega hasta los riñones y provoca acuaporinas, unas proteínas de las membranas de las células que pueden transportar moléculas de agua, permitiendo que la sangre retenga más agua en tu cuerpo.
Y, cuando esto sucede, la orina se vuelve más oscura y tiene un olor más fuerte.
También sentiremos, durante ese proceso de deshidratación, que tenemos menos ganas de orinar y que segregamos menos saliva.
Y es probable que nos sintamos mareados porque, mientras tanto, nuestro cerebro está tratando de adaptarse a la falta de su líquido esencial.
Mecanismos de adaptación
Un cerebro deshidratado se contrae por la falta de agua, y debe trabajar más duro para lograr lo mismo que un cerebro que tenga suficiente agua.
Además, activa una serie de mecanismos de adaptación para lograr seguir activo a pesar de la falta del líquido.
Este proceso, sin embargo, apenas puede durar unos días: si dejas de beber agua por completo, tu cuerpo comenzará a experimentar efectos más serios y, al final, dejará de funcionar por completo.
Dejar de beber agua durante días (deshidratación crónica) puede dar lugar a otros trastornos, como diabetes, colesterol alto, problemas de piel y digestivos, fatiga y estreñimiento.
El tiempo de supervivencia varía, según cada persona, entre tres y cinco días, aunque se han reportado casos de personas que lograron sobrevivir por más tiempo.
¿Cuántos vasos al día?
La cantidad de agua que debemos beber depende del organismo de cada persona y del entorno pero, según Nacamulli, lo más recomendable es que los hombres tomen entre 2,5 y 3,7 litros, y las mujeres, de 2 a 2,7 litros.
Pero también es importante no sobrepasar la cantidad necesaria: beber demasiada agua puede implicar riesgos para la salud, advierten los expertos.
Investigadores del Harvard Medical School (HHS), la escuela de medicina de la Universidad de Harvard, EE.UU., revelaron en 2015 que la cantidad recomendable varía entre cuatro y seis vasos al día, en lugar de ocho, como se creía hasta entonces.
Sin embargo, según los científicos de Harvard, es imposible hacer una recomendación que sirva para todo el mundo: depende de la dieta, el clima y el nivel de actividad física.
Las mujeres embarazadas o las madres lactantes, las personas que realizan más actividad física, quienes viven en un clima cálido o aquellos que están enfermos deberían, según el informe, beber más agua.
Y, si eres de los que no les gusta el agua, puedes tomarla de otra forma: frutas y verduras como el melón o el pepino tienen grandes cantidades de agua.
Otra opción, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, en inglés) es agregar una rodaja de lima o limón aportarle darle algo de sabor.
Pero, en cualquier caso, advierten los médicos, «elige tomar agua en lugar de bebidas azucaradas».
Este articulo fue publicado el 4 de abril del 2016 por la BBC.